Seguro que conoces el objetivo de los 10.000 pasos diarios para mantenerse en forma. Pero, además de que no todo el mundo cuenta con dos horas al día (unos 7,5 kilómetros), tampoco existe una evidencia científica que avale esta cifra. Los últimos estudios señalan que con menos de la mitad ya puede alcanzarse resultados espectaculares.
4.000 pasos te llevan muy lejos
No necesitas llegar a los 10.000 para conseguir un resultado espectacular: 4.000 pasos diarios reducen considerablemente el riesgo de padecer cualquier enfermedad relacionada con el sedentarismo.
Por supuesto, cuanto más caminemos mayor será el beneficio. Pero el nivel óptimo necesario está por debajo de lo que suele citarse como imprescindible. Incluso 1.000 pasos diarios pueden representar una reducción de un 15 % en el riesgo de contraer dolencias graves.
Una garantía de salud
Estos beneficios son independientes de la edad o el sexo. Conviene tener presente que la OMS establece que la ausencia de ejercicio físico está en cuarto lugar como causa directa de dolencias mortales.
Una de las grandes ventajas de caminar más cada día es que está al alcance de cualquiera y no requiere una preparación especial. Las repercusiones influyen positivamente sobre la salud cardiovascular y mental, entre otros factores de riesgo.
Sin prisa ni pausa
Además del número de pasos, la velocidad también es una variable importante. Cuanto más fluye la sangre a través de las arterias, mejor es la salud cardiovascular. Y el ritmo cardíaco aumenta si caminamos más rápido.
Este flujo sanguíneo adicional resulta decisivo. Conviene, eso sí, aumentar el ritmo de forma gradual y razonable. Tómatelo con calma hasta encontrar el ritmo en el que te sientas más cómodo.
Lo importante es la constancia
Recuerda que caminar es una actividad suave y de bajo impacto, pero que el riesgo de fallecimiento por enfermedad cardiovascular disminuye de forma significativa con añadir de 500 a 1.000 pasos adicionales.
Solo o acompañado, de día o de noche, con música o en silencio, mientras paseas al perro o escuchas tu podcast favorito: lo importante es dar el primer paso y adquirir una rutina.
Al caminar, todo son ventajas
- Ejerce un efecto ansiolítico.
- Sustituye los impulsos de consumir alimentos dulces.
- Mejora el estado de ánimo a producir endorfinas.
- Ayuda a controlar el peso.
- Favorece la salud cardiovascular.
- Aumenta nuestras defensas y estimula la formación de glóbulos rojos y blancos.
- Alivia el dolor en las articulaciones.
- Refuerza la musculatura de piernas, glúteos y tobillos, pero también de la espalda.
Creatividad en movimiento
Aristóteles ya conocía el impulso que un buen paseo podía aportar a la hora de aclarar las ideas. Hoy la neurociencia lo confirma: caminar optimiza la memoria y la cognición. Es una actividad que ayuda a organizar el pensamiento y la concepción del mundo que nos rodea, por lo que contribuye a favorecer el aprendizaje.
Es fácil comprobar que un paseo en el momento preciso impulsa la aparición de soluciones creativas. Existen estudios que lo respaldan, como el que realizó la Universidad de Stanford en 2014.
Un ritmo ideal para meditar
Caminar ayuda a respirar de una forma más eficiente. Sincronizar los patrones de respiración con cada paso contribuye a mejorar la concentración, por lo que un paseo puede convertirse en una oportunidad única para practicar la meditación.
Considera la posibilidad de caminar en silencio, sin auriculares, para prestar atención a los sonidos del entorno. Esta toma de conciencia nos ayuda a estar más conectados con el momento presente. La atención plena es una buena estrategia para disminuir el nivel de ansiedad.
Desconecta
Pasamos la mayor parte del día pendientes de pantallas y dispositivos, por lo que dar un paseo representa una gran oportunidad de descansar de la tecnología.
La autoconciencia es una gran aliada a la hora de aclararnos las ideas durante una caminata. Si apagas el móvil podrás prestar más atención a tu voz interior. Aprovecha la oportunidad para sintonizar con ella.
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