A veces se trata de comportamientos automáticos, de tics en los que no reparamos cuando estamos al volante. Sin embargo, suelen ser el motivo por el que acabamos visitando el taller con más frecuencia de la que nos gustaría. Estos sencillos consejos te ayudarán a reducir gastos y te evitarán riesgos innecesarios.
Con un pie en el estribo
Si eres de los que apoyan el pie en el embrague aunque no vayas a cambiar de marcha, piensa que estás desgastando una de las piezas más delicadas y que más gastos generan en el taller. El embrague funciona por fricción, así que es mejor que solo lo pises cuando vas a usarlo.
Apurar combustible sale caro
No es buena idea conducir con frecuencia con el tanque en reserva. La bomba de combustible está sumergida para que se mantenga refrigerada y con la lubricación necesaria. Un coche con inyección electrónica necesita, como mínimo, cinco litros de combustible para su correcto funcionamiento.
Ojo con el punto de apoyo
Apoyar la mano en la palanca de cambios mientras conduces es un hábito muy desaconsejable. La presión, aunque parezca insignificante, puede acabar dañando los engranajes y rodamientos de la caja de cambios. Sin embargo, hay otro motivo de peso para conducir con las dos manos al volante: es mucho más seguro.
La presión imprescindible
Hay que asegurarse de que la presión de los neumáticos es la recomendada por el fabricante, y conviene hacerlo a menudo. Lo correcto sería comprobarla una vez al mes, en especial antes de un viaje largo. Sin la presión adecuada, las ruedas sufren un mayor desgaste y aumenta el riesgo de sufrir un reventón.
La prisa es mala consejera
¿Por qué a veces queremos acelerar antes de que se caliente el motor? Vale la pena esperar a que aumente la temperatura (hablamos de unos minutos), porque cuando el aceite está frío no protege lo suficiente al motor. Lo único que conseguirás es desgastarlo de forma innecesaria.
En cualquier caso, recuerda que cualquier imprevisto en carretera tiene una solución rápida: la Asistencia Mecánica 24 h del RACC puede reparar el 90 % de las averías antes de llamar a la grúa.